En el poema "Invitación a contemplar la luna", publicado en El grillo, de 1923, Nalé Roxlo hace lo que nunca más hará en todo el trayecto del libro: se aparta del modernismo, con su avatar de imágenes, de metáforas y de música, para ensayar un camino alternativo al de una poesía metafísica y espiritualista. La primera palabra del poema invoca una tercera persona, la llama para participar de una experiencia en la cual deberá dejar de lado la imaginería literaria para "ver esta luna. Es una simple/ luna de la naturaleza (16)." El llamado admite, por lo tanto, una petición destinada a un lector de literatura y capaz de haber "visto las lunas literarias que por las hojas de los libros ruedan (Op. Cit.)"; pero esa invitación, presupone un interlocutor futuro, todavía inexistente, capaz de ensayar los modos por los cuales el yo poético mira la luna por primera vez, sin mediación de la imaginería literaria, y que abre los ojos, en medio de un sueño, "a una noche de luna y la contempla(Ib.)". Roxlo se interroga en este poema cómo sería la luna sin mediación de la literatura y de su lenguaje de metáforas y es en esa vacilación de la pregunta donde funda una instancia en la cual la poesía, por primera vez en el libro, se libera del peso espiritualista con el cual, en 1923, pero aún hoy, sigue presentándose bajo un batallón de imágenes, de metáforas y de frases rebuscadas que poco o nada dicen de cómo percibimos el mundo, y sí, de los valores estéticos que hegemonizan la actividad poética, tanto a nivel popular como en los circuitos poéticos específicos. Esos valores, por supuesto, no son otros que la decimonónica belleza y cuidado del lenguaje, con el único fin de lograr una adhesión onanista y belletrista; pero que, así empleados, parecen hacernos creer que en el S.XX y ahora en el XXI, todavía vemos almas, dioses y centauros corriendo por la Naturaleza. Sería bastante raro encontrarse con Zeus en un complejo de cine en las afuera de una ciudad y en plena autopista y, si así se insinuara, a diferencia de la antigüedad, sabríamos que eso es sólo esa especie de pseudo literatura que prefiere refugiarse en el facilismo prestigioso del canon. Todavía en 1923; pero hoy también, insisto, la poesía era esa especie de caja de pandora con la que se buscaba agradar bajo moldes estereotipados que daban cuenta de una mirada del mundo llena de arcángeles y de hadas o de casitas en el cielo. La imaginería poética poco dice de cómo vemos o percibimos el mundo. Por eso, Roxlo pide: "No digas se parece, no hagas una / metáfora, aunque sea/ la justa, la inhallable, la que nunca / visitó el corazón de los poetas./ No cuelgues de su disco claro y puro / ningún cintajo literario (ib.).". Creo que en esa petición de principio o en la oscilación de la pregunta de Roxlo que nunca realiza, a pesar de todo, en su producción posterior, se abre el futuro de una producción poética desembarazada con el hedonismo onanista; con la mediación, sí, de Gianuzzi, del objetivismo y del actual materialismo poético como antecedentes de quienes han ensayado ese modo que sugiere Roxlo por única vez: hacer poesía sin literatura para llegar, otra vez, de nuevo, como por primera vez, a una literatura que se revela siempre corrida de lo hegemónico. Es nuestra tarea profundizar esa línea e interrogarla para no caer en la otra dualidad de la metafísica y para no desembarazar la poesía de su verdadero valor literario y gnoseológico.
EL POEMA: NALÉ ROXLO, Conrado, "Invitación a contemplar la luna" en El grillo y otros poemas, Buenos Aires, Editorial Universitaria de B.A., 1963.
No hay comentarios:
Publicar un comentario