En el sueño, la má chupa la bombilla del mate y me dice: -Sin música no hay poesía. Y el pá, que tiene la cara del mate, guiña el ojo y agrega: -El trabajo con la imagen es fundamental. Los miro y les digo, mientras como una pepa de chocolate -intensa, dulce-: -Nunca les hice caso, ¿no pretenderán que lo haga ahora, no?. Y entonces, se miran y se ríen, cómplices, satisfechos. Basta esa sonrisa para que se me caiga "toda la estantería ideológica". ¿Y si en el fondo es lo que siempre esperaron de mí? ¿Que "no les haga caso"? ¿Si esto es así? ¿Entonces?
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