Ser un cornudo consciente, pienso, debe tener sus ventajas. Una: que uno puede elegir o no seguir con la persona que le mete los cuernos; la decisión es absolutamente personal en este caso y, por lo tanto, se es libre plenamente. Dos: la aventura puede llevar a descubrimientos tan sospechados que la evidencia resulta redundante. Tres: que en este mundo de computadores y de celulares, siempre el descubrimiento acontece y, por lo tanto, la consciencia es inevitable. Cuatro: que uno llega a conocer al otro tan profundo que sus mentiras resultan absurdas.
Ser un cornudo consciente, claro, pienso, también debe tener sus desventajas. Una: creer que siempre que el otro no está, está con el otro o con la otra y, en este caso, tocar la obsesión. Dos: Sentirse irremediablemente responsable de ser lo que se es. Tres: Sentirse un idiota ante la mentira. Cuatro: No poder dormir ante el filo de la decisión y de la indefensión que produce la posibilidad de que el otro te cambie como a un celular en el mercado del sexo.
Ser un cornudo consciente, claro, pienso, también debe tener sus desventajas. Una: creer que siempre que el otro no está, está con el otro o con la otra y, en este caso, tocar la obsesión. Dos: Sentirse irremediablemente responsable de ser lo que se es. Tres: Sentirse un idiota ante la mentira. Cuatro: No poder dormir ante el filo de la decisión y de la indefensión que produce la posibilidad de que el otro te cambie como a un celular en el mercado del sexo.
1 comentario:
Creo que sería así, creo.
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