lunes, 19 de noviembre de 2012
La baba lumínica
Cuando llegamos al mundo lucecitas de colores, la cola daba la vuelta por toda la circunvalación rosarina. Era tan enorme, que pensamos que nunca entraríamos. Pero, a diferencia de las suposiciones, los organizadores del desfile habían previsto todo. Ingresaban diez mil personas por segundo a través de un sistema de detección por rayos láser que unos helicópteros lanzaban desde arriba en un escaneo mental. Cuando reparamos en la concurrencia, el olor a cacerolos asqueaba. Habíamos presenciado, ya cuando estábamos con unos pies en el Casino, que los guardias de seguridad separaban a gente de las filas y los metían en jaulones como animales para transporte. Una grúa los elevaba y en la cima del edificio se abría una compuerta por la cual pasaban las jaulas. Pero no piensen mal. Esto era buenísimo. Pura beneficencia. La gente de las jaulas tenía problemas con la combinación de los colores de la ropa, al parecer, según los comentarios de unas mujeres, y Piazza se había asegurado de que les arreglaran las prendas acordes al evento. De modo que los llevaban a una pieza donde en el caso de que el problema fuesen los colores, les pintaban las prendas a la última moda en segundos. A los gastos, los hacían pasar por beneficencia y eso le redituaba al diseñador mediático un gran descuento en impuestos -esa forma sutil que tienen las clases acomodadas de evadir el pago de los mismos.
La mayoría de la gente a nuestros alrededores, era tan desagradable que tuve que contener los deseos piromaníacos más profundos; y encima para esos no había una máquina de cambios de cerebros como la de los colores. En un momento, debido a la ausencia de tal dispositivo, pensé en cómo sería posible construir uno con aspersores a través de los cuales lanzar ácido. Pero dije que eso era demasiado nazi y lo reprimí. Entonces, simplemente saqué mi lapicera esquelética y empecé a iluminar con luz roja todos los ojos y peinados de las señoras y de los chetitos. Se sentían tan mal con ese objeto repulsivamente groncho que su desprecio de clase les impedía asimilar (como el mío asimilar su exhibición burguesa de recursos), que en un momento, su repulsión llegó a aumentar proporcionalmente mis ganas de joderlos durante todo el desfile con la lucecita roja en los ojos. La lapicera tiene la forma de un esqueleto con bracitos y una cabeza gigante. Me la regaló la nona para mi cumpleaños. Si apretás los botones de los bracitos, estos se mueven como lanzando una piña, la mandíbula se abre y se encienden los ojos rojos que lanzan una luz del mismo color hacia el frente. Era el juguete necesario para contribuir al desastre, para marcar la diferencia de clase hasta la molestia o lo indigerible o el desconcierto -ese para qué esto, si no tiene sentido. Así que empecé a usarlo. La gente se ponía de pie tratando de encontrar la fuente de origen de semejante molestia. La señora de enfrente se daba vueltas cada dos segundos y me fruncía el ceño. Se veían movimientos de los guardias de seguridad en los costados. La lapicera esqueleto seguía encegueciendo chetxs. Ahora todos se ponían de pie y miraban hacia acá. La má empezaba a enloquecer. Cortála, cortála, ya gritaba casi. Mis tías no paraban de reírse. Mi hermana decía que las cacerolas largaban mucho olor cuando estaban así juntas y se movían tanto. Ahora aparecía insistentemente la firma de Piazza en todas las pantallas, hasta engullir el espacio, absorberlo, tragarlo. Todo era esa firma, reproducida en los rincones más oscuros con una luminiscencia perversa. La lapicerita esqueleto trataba de arruinarla, sobreimprimiéndoles encima insultos rojos. Pero no quedaban marcados y pocos, seguramente, percibían esas sutilezas. De todos modos, un par de guardias ya se apostaban encima de nosotrxs. Las firmas relampagueaban, ahora, con fotos del diseñador abrazado a desconocidos.
Un vídeo clip cortó la música tecno. La voz de la locutora dio la bienvenida. Los guardias me miraban. Hablaban por micrófonos ocultos en las mangas de las camisas. Entonces, se abrió la escena y apareció eso. La lapicera esqueleto cayó en el piso. Alguien la levantó y la puso en mi bolso. Nosotros estábamos absortos en eso que había irrumpido en escena. Caminaba como si destruyera el espacio, como si suspendiera las distancias de clase, la maquinaria, las firmas obsesivas y engullentes, los colores, el olor a cacerolos. Nada quedaba. Eran esos que aparecían y destruían la percepción con sus colores e insinuaciones. Anacronismos futuristas, futurismos anacrónicos, combinaciones de texturas, animales, selvas que nos perdían en fantasmas, que daban un suspenso que sacaba de lo comprensible. Como si nada que. Eso. Era la posibilidad de que no fuera. Pasos desnivelados sobre una pasarela. Como si ni siquiera los cuerpos. La Belleza. Importase. Eran perchas que sostenían un mundo. Simples instrumentos para nada. Y aunque la firma y el espectáculo ultra capitalista y burgués, eso ahí, suspendía todo. Aparecía y desestabilizaba como si. La Moda. Aunque sin Belleza ni himno -o con toda. Ni felicidad -o esas felicidades que nunca podían ser una y por lo tanto eran no siéndolo. Como si. Unas Bestias montadas en un caracol perezoso nos arrastraran en la baba que dejaban en la pasarela. Lumínica.
viernes, 28 de septiembre de 2012
El arte de la provocación
viernes, 10 de agosto de 2012
Notas insomnes.
El problema que arrastra el arte contemporáneo, sobre todo la literatura, es un residuo que se automatizó y que devino tradicional una vez que hubo coagulado y explotado en las vanguardias históricas. Me refiero al sostén panfletario de una línea estética a la cual se amolda la experiencia literaria. Una línea que se sobreimprime para encauzar -¿qué otra cosa puede hacer una línea?- un flujo de experiencia en un vector con un sentido y con una dirección determinada. Se condiciona la literatura y, así, se termina aniquilando todo riesgo y, por lo tanto, cualquier tipo de poder experiencial con el lenguaje.
II.
En este sentido, aunque les pese a muchos, el límite es volverse un estilo o una firma reconocible. Creo que ese es el límite más notorio de las vanguardias que se generalizó como praxis, pero tambíén que devino valor estético. Crear una forma que cree su público y repetirla incansablemente como un gesto de retorno al origen cero de esa experiencia. Se impuso, entonces, un valor estético que devino hegemónico a lo largo del Siglo, y al cual la crítica especializada recurrió para canonizar y esgrimir unas obras sobre otras bajo los criterios de lo nuevo o de lo singular.
III.
El dispositivo objetivista, y a pesar de su indiscutible trabajo de rejuvenecimiento de la poesía argentina desde los '80, no hizo sino atrincherarse en una concepción de la poesía -no se podía hacer ni pensar otra cosa, era el momento, los tiempos lo imponían- y difundió esa visión en diferentes medios, sobreimprimiendo una forma de dicción poética que determinó políticamente la praxis poética. Se generó, así, una forma -un molde- de escribir que propulsó sus propios corrimientos y fugas epigonales desde su interior. Una forma que a pesar de nuestros esfuerzos, nos sigue y nos seguirá atravesando desde la potencia de su pasado.
IV.
El objetivismo consolidó, así, una supresión de la subjetividad o su control, su fantasmagoría, reemplazándola por lo que los objetos dicen de nosotros, según declararon algunos de sus representantes. De esta manera, por ser los objetos la materia de la poesía, un panóptico con un sujeto presente como tácito generó una hegemonía de lo visual que, lejos de desarticular la percepción, terminó imponiendo el órgano perceptual hegemónico de la tradición occidental como un centro. Reforzó una hegemonía de la percepción. Es decir, consolidó una forma de decir que devino prácticamente un núcleo automático que se reprodujo en las experiencias posteriores. Construyó su línea, su trinchera, más allá de la cual no fueron por temor a caer en la lagrimita o en la retórica. El problema del objetivismo es que siga siendo objetivista aún después de que el tiempo haya sido.
V.
Algo semejante ocurrió con César Aira. A través de un procedimiento de pura acción que emula una performatividad maquínica que le permite escribir automáticamente una novela, y después otra y otra, terminó automatizando la experiencia literaria o, por lo menos, paralizándola. Aunque se proponga retornar toda vez a ese punto donde es posible empezar a escribir de cero, una forma automática o ese mismo retorno no son sino una línea tranquilizadora donde generar una diferencia y su valoración. El riesgo que Aira le reclama a Saer por escribir novelas de taller literario termina también aniquilándolo en su automatismo de diferencia y repetición que constituye el continuo narrativo.
VI.
Estas dos experiencias, con todo su poder, su centralidad y su indiscutible valor dentro de la literatura argentina de los últimos cuarenta años son las puntas visibles de un iceberg que deja entrever la forma de funcionamiento de la literatura y de sus valoraciones. Se trata en ambos casos de la sobreimpresión de una línea tranquilizadora de trabajo, con una consecuente imposición formal dada de antemano sobre/en la literatura.
VII.
El problema del arte y de la praxis literaria contemporánea no se resuelve, sin embargo, con el retorno a una experiencia mítica, ni a una de lo informe. Tampoco a través de un retorno a una posmo experiencia del pastiche. Ni siquiera a una síntesis romántica universal y progresiva.
Sería preciso asumir la posibilidad de reinvención de una forma en cada poema o en cada serie de poemas o en momentos diferentes de la praxis, evitando, en lo posible, la reificación y cosificación de una sola forma que devenga firma y, por lo tanto, valor en sí misma y, por lo tanto, línea reductora las posibilidades. Sería intentar -aunque fracasemos- abrirnos sin codificar ni condicionar la praxis de antemano. Esto tal vez implique una especie de olvido en el momento de la escritura, una reducción al mínimo de la distancia crítica, para que emerja la Bestia potente y desestabilizadora del arte. Una especie de trance no mítico, sino con la práctica concreta de la literatura como el lugar donde todo es posible.
Claro que esta práctica tiene sus límites: el primero es que el riesgo devenga máxima. Pero no se trata de buscar algo, sino todo lo contario, de que ese algo nos encuentre en la posibilidad de la apertura. Y poner a prueba eso que ahí sale con su fuerza, incluso a partir o atravesando las experiencias previas. Esto pasa muy pocas veces, pero creo que Washington Cucurto, sin dudas, está sumergido en esa fuerza desestabilizante, en esa bestialidad transformadora, conducente a nuevas direcciones y experiencias. Y no lo hace rompiendo e instituyendo un valor de novedad sobre o respecto de las experiencias o las formas previas, sino atravesándolas a partir de una performatividad viva de las circunstancias. Se trataría de una experiencia viva y en vivo que opera en conexión con algo que la desborda y que desborda la literatura misma, obturando e impidiendo su valoración plenamente positiva a partir de sucesivas transformaciones y prácticas. Hay allí una inestabilidad de las formas porque las mismas se sostienen en la experiencia como copia transformadora, diseñante, de las otras, una especie de atolondramiento a partir del cual emerge una Bestia que usa la escritura llevándola hacia donde le da la gana.
sábado, 4 de agosto de 2012
Moscas
I
Caeremos como moscas
intoxicadas
ante el cereal (o el cáncer)
pero cada vez que crucés las vías
seremos el cereal desparramado
su olor seremos
seremos el polvo blanco espeso
que persite
o en el que seguirá transmutada
la muerte de las moscas.
II
Las cerealeras serán trasladadas
legislados los agrotóxicos
el agua depurada
pero quedaremos las moscas.
III
Abrieron el cajón
y salieron moscas
de la nariz del cadáver.
No había nada que dijera qué
o quién
solo una plaquita metálica con él
empotrado en un sombrero de paja
y con una pala en la mano.
El campo atrás.
Soja
mucha mucha soja.
Y trigo.
IV.
Las moscas salieron
en un enjambre
desde las cunetas
y astillaron los rostros
de los zombies trabajando la cosecha
Todo negro volvieron
tanto que no se explica cómo
nadie presupuso su existencia.
V.
Moscas seremos
hasta que con tus manitas plásticas
o esos aerosoles
nos persigan por molestas.
Moscas en tus platos de comida
esa milanesa de soja
o los fideos al tuco
o en tus sopas dietéticas
incluso cuando
vas al supermercado
y en esas galletitas
100% fécula de maíz
incluso ahí
seremos moscas
y nuestro gusto se pegará a tu paladar tranquilo
y creceremos adentro
hasta estallarte
(con nuestra reproducción
y nada
ni tus aerosoles
ni tus molestias
nada
impedirá
que abramos agujeros en la piel
para salir a la normalidad del mundo.
VI.
Las ciudades se llenan de moscas
vinieron de los costados
y ya las autoridades
piensan evacuaciones masivas
hacia la luna
la luna será conquistada
porque las moscas se robaron el mundo
nada quedarán
ni los campos
ni tus palas
ni las cosechadoras
ni los cadáveres
en los campos
en las palas
en las cosechadoras
pero emprenderemos el nuevo mundo allá tan lejos
y las moscas
en el olvido.
VII.
Aunque todo nos hizo creer que así las moscas
se irían
trajimos a la luna
esos líquidos tóxicos
por pura precaución
y aparecieron las moscas
desde el interior de nuestros cuerpos
nos abrieron agujeros
y ahí las vimos
flotando
en la poca gravedad del suelo con guadales blancos.
VIII.
Las moscas persiguen
saliendo desde los cadáveres depositados
en los cementerios
persiguen sin pausa
los pasos de esta normalidad
ni allá cuando escribía
los montes de los eucaliptos esos altos
donde los galpones con cosecha
nada
ni allá se detuvieron
anidaron en sus ramas
y por las noches sueño
que salen de sus ramas
y a la mañana
como si lo que viera en la película dormido
me salieron del centro de las pupilas
moscas de colores
no solo negras
moscas múltiples infinitas
que saturaron la habitación
y se comieron el cosmos.
VIII.
Solo quedamos las moscas
para recoger el testimonio de las moscas
y de los no moscas que nos parieron
pero en eso estamos
y hasta no ser más moscas
y poder descifrar mejor los códigos
nos conformaremos
con el VIII como final de serie
y sin saber aún los orígenes de las moscas.
viernes, 20 de julio de 2012
PATERNIDAD
Nuestra hija pone sus óvulos en mi panza
después mira como preguntando qué hice
y no lo sé
la oscuridad de la tele en el trasfondo
le da al espacio la penumbra de un acontecimiento
sus óvulos descansan en un huequito de mi panza
y ella se echa arriba como para protegerlos
¿de nosotros?
Siempre es de nosotros
y sus ojos de amor nos abrazan
entonces ella saca con la cabecita debajo del cuerpo
los óvulos y nos muestra
y nos obliga a acomodarlos
y se infla toda y nos besa los dedos
Mi hija cuida sus óvulos como si fuera
Golum con el anillo en el Señor de los anillos
ya no quiere moverse del huequito
y nosotros quedamos impávidos del miedo
nos llama mi vieja por teléfono
y tengo que moverme
y pongo un almohadón
y entonces lloro con el aparato en la oreja
porque ella, con su mal
nos dice
que tengo que sacarle los óvulos
y desarmarle romperle todo
porque si no enloquecen y se enferman
mi papá grita desesperado allá a lo lejos
me lo imagino nervioso
a punto de cortarse las venas
grita
sacale eso que se te muere
y lloro toco fondo
si ellos vieran su carita de Golum
su baba de maternidad en mi panza
si ellos vieran
pero no
Vuelvo a la pieza
y mi hija que pide que le acomode los óvulos en la panza
y se echa encima ni bien me ve de nuevo
son unos tesoros imaginarios que le brillan en los ojos
tesoros de deseo
y en un momento la tomo para llevarla a comer porque ni siquiera ya comía
y le hago señas a Fabián que proceda
con sus ojos de amor ella gira la cabeza
y nos ve en pleno infanticidio
desesperada se le tira encima a las manos del enemigo
y punza las mías
con los extremos levantados en señal de defensa
quiere arrancarnos a cabezazos y gritos sus óvulos
pero no
no hay forma
y entonces comienza a girar en la cama como ausente
buscando entre las cobijas lo que no
hasta que rendida
nos canta canciones sordas en la oreja
y vuelve a acurrucarse en mis brazos para dormir la noche.
Acaba, hace instantes, de poner otro óvulo en mis manos
pero esta vez
se queda tiesa parada
como esperando que acometamos el desenlace de la historia
y sin ilusiones.
lunes, 18 de junio de 2012
CEREALERAS
I.
Las mucosas quedan secas
mientras el peón hombrea bolsas
Lengua
Lengua:
Las voces en off reproducen notas de periódicos locales. La primera es un fragmento de una nota de Mariano Garrone en El Informante, del 11 de Junio de 2011. La segunda es un fragmento de una de La Capital de Rosario, de Javier Felcaro, fechada el 6 de enero de 2009.
martes, 5 de junio de 2012
Poema de terror
explotó el televisor y el microondas
el tipo
ese que vino a arreglar el tanque de agua
fue empujado del techo
casi casi se mata en el piso
y yo misma
yo vi la sal adentro del televisor
como si hubiera llegado del mar que
sí
kilos y kilos y kilos de sal ahí
del mar que acá no existe
y él
con su cáncer creciendo
pedía un cuchillo para matar el Mal
que lo persigue
dice
en lo oscuro
Todo parece una película lejana de brujerías y esas cosas
pero el miedo es real acá y
en la voz en el teléfono
como la telenovela esa vieja
pero no
mientras quería escribir que él decía que el diablo
sí, el diablo, lo perseguía
acá se me cortó la luz
y se me borró el poema
y recién hoy
con más coraje
pude retomarlo
porque si todo esto es tan así como se cuenta
también debería existir lo otro
la luz o el Bien
y no hay nada que temer
además
yo tengo a mi hijo paloma superhéroe
y con él nadie
pero nadie puede.
domingo, 3 de junio de 2012
a-
Fue ese libro del francés
cuando dialogamos como si siempre hubiéramos
y hoy también otro libro
-tuyo
fue la experiencia decimos
que no se busca
pero que siempre estuvo ahí
y lo mejor
porque así pasa con lo auténtico
ni siquiera nos habíamos dado cuenta
tal vez
sí
porque siempre anduviste en los caminos laterales del tiempo
escurriéndote adrede
ahí
donde nos pariste a todos fuera de tu falo uterino
y ellos o algunos ellas
tal vez no quisieron / no quieran escucharte
-y todos sabemos porqué
pero no importa
siempre en riesgo en la experiencia que nos construís
tu estirpe
haremos abrir de piernas las Instituciones
desde adentro
como las polillas que roen el asiento del dictador
para que den verdaderamente a luz
y expulsen la placenta putrefacta de su reproducción.
jueves, 31 de mayo de 2012
El Púber P y Cristian Molina son dos pedazos de forro
miércoles, 30 de mayo de 2012
La revolución de la felicidad en el programa de Guido Kaczka
En el programa de Guido Kaczka
el gordito se ganaba un plasma
otros dirán que esto es frívolo
y que reproduce la estructura de dominación
y qué sabemos cuánto más
pero el gordito era feliz
y nosotros mirábamos que había papel picado
y luces que dibujaban aureolas en el aire
una música buenísima
y unos chongos impresionantes
-ningún villero
todos arios arios y lampiños
niños pequeñitos amariconados con sus ojos verdes
que arrastraban el deseo en fantasías perversísimas-
por lo tanto
el gordito y Guido y nosotros
-les juro-
éramos felices
y tan babeantes quedamos
porque además
como si fuera poco el premio
el programa le había cambiado al pibe
posta
la forma de mirar las cosas.
martes, 29 de mayo de 2012
Prólogo y primera entrega de Machos de campo en Letra Cosmos
Quisiera creer que aún hoy los folletines y las entregas son posibles. Aunque no. Pero de todos modos, la literatura es eso donde todo debe hacerse posible, siempre. Incluso insistir con el pasado. Porque el anacronismo debe someterse a prueba, a interrogación, en el presente, para ver si es posible su futuro. Y acá vamos. Machos de campo permanecía inédito. Ya no. La valentía fue de Letra Cosmos que se atrevió a acercarlo –y/o alejarlo– del lector: de a uno por día o por semana. Da lo mismo. Pero como antes. Cero novedad. Cero juventud. Porque estamos hartos de estas palabritas. Uno nunca sabe o, mejor, siempre sospecha los reparos, los prejuicios, los valores que se vierten sobre los temas y las formas. El desafío es desafiarlos. O pervertirlos. O intentarlo, más allá de lo que pase. Porque el arte debe ser hecho por todos; lo que equivale a decir por cualquiera y con cualquiera. Por eso, el Púber P se anima a su cualquierización. Incluso al ridículo. Que digan lo que quieran. Están invitados a eso.
La primera entrega haciendo click aquí.
domingo, 20 de mayo de 2012
Festejemos
No quiero pálidas esta noche
solo dame fernet con coca
y un poco bastante de comida
no importan los excesos
mucha mucha fiesta
hasta perderme del pedo
y olvidarlo todo
el epiplón cancérigeno
el mes y medio de vida
tu vejiga tomada
esto entre las piernas
todo
no me interesa tampoco
que hablemos del niño por venir
que nada diga nada
solo dame fernet con coca
que quiero olvidarlo
olvidarte en lo posible
que solo haya música
y baile y descontrol
que si están los caretas
o los gringos con plata
o las señoras degaretos
les escupamos las caras
y nos digan que somos los negritos borrachos de siempre
y después larguen chismes por el pueblo este de mierda
que nos sentemos en Carola quiero
el único bar de esta ciudad
pueblo-ciudad
sí
el único
y nos descontrolemos burlándonos de todos
gritando cosas horribles que las morales estas puritanas con alajas no soporten
incluso esos chongos ahí
que se hacen los machos mientras desean el falo de los amigos
esos pelotudos
que hacen de sus biblias la gran biblia de la buena conducta
sí
en este interior alejado de la gran cabeza del mundo
sí
acá
nos hagamos los raritos
aunque sea una noche
solo dame fernet con coca
y vas a ver
sí
eso
fernet con coca
y vas a ver cómo
por un ratito
al costado de la ruta
sí
cambio el mundo.
Acontecimiento
como si al abrir los ojos
todos hubieran muerto
y sus historias
tus historias
con ellos también
No había ni sol
ni luna
ni llovizna
solo cadáveres
que eran también partes tuyas
apilados ahí
en vos
Y tampoco era un sueño
ni siquiera una imagen
ni siquiera la realidad
era.
lunes, 14 de mayo de 2012
El simulacro de editor
viernes, 11 de mayo de 2012
Tratamiento para el dolor
sábado, 5 de mayo de 2012
No cuenten conmigo para las líneas rectas (perfectas y sublimes).
sábado, 28 de abril de 2012
Autoayuda callejera
A los chicos del Clubeditorial RioParana
hasta los pies sobre los adoquines
ni la parada nos cubría
no
y el cole
sí
allá adelante
dejó a un tipo y ni pelotas
a las señas y a los gritos
con el bolsito revoleado
y nos seguimos mojando
¿porque el día así lo quiere
sí
seguiremos en la esquina
aunque no
el viejito desdentado
medio onírico o real
el frío nubla todo
el frío cruel de un abril partiendo
el Frío
que comprime hasta el delirio
sí
tal vez él
lo hacía tambalearse
con su camperita sesentosa
esos lentes de botella
tal vez
sí
el Frío
lo hacía tartamudear
y lanzar
así como si nada
en hirientes espléndidas profundas
sabidurías
esas que los años
sus ochenta y cuatro declarados
esas
sí
que a medida que pasa el tiempo
-bajo muchas lluvias y fríos como estos
uno tiene que aprender a saborear menos deseos
eso
porque así empezamos (o terminamos de
decían
en plena decadencia
a valorar lo poco
sí
lo poco que juntamos
incluso hasta cuando tenemos un cáncer
sí
tan terminal
¿viste
hasta ahí
la buena onda
eso
sí
la buena
la onda buena
puede sobrevivir o sobrevivirnos
y allí iremos donde mi nietito recién nacido
y entonces
nuestros oídos estupefactos
y la Bestia descontrolada
que buscaba sus cuadernos
y esto que ahora
tal vez
sí
ahora
sea
en todo lo demás
la genealogía de nuestros cánceres
o la cura a
la tía dejándose morir en la ortopédica
abuelito con su epiplón invasivo
y la má y el pá y el otro tío
y vos
tal vez vos
o él
o los suyos
como resignificados
por la palabra mojada
en la lluvia y en la vejez de una voz que se desgasta.
miércoles, 25 de abril de 2012
Pobreza y cáncer
que aman los misericordiosos
y que defienden como valor supremo las escrituras
o que identifican como pueblo los correctísimos
es tan perversa como un Dios:
por ejemplo
si tomás agua de un aljibe
con alto contenido de arsénico
por carecer de agua potable
y por años
lo más probable es que tengas un cáncer:
en el páncreas, en el intestino o en la vegiga
y para eso no hay política que cambie las cosas.
Genealogía del cáncer
que no quizo mutilarse
y después el pá
con sus quemaduras en el sexo
por eso todo
un grano
un estornudo
una manchita
asustan
porque duele acá en las entrepiernas
el encapsulamiento líquido que crece
duele desde anoche
tal vez porque anticipaba la noticia
sí
la noticia
abuelito también ahora tiene cáncer
y la nona llora en el teléfono
como pidiendo una ayuda mágica
ante lo que es
el cáncer y su genealogía implacable
ahora en el intestino
como al tío en el páncreas
porque todo lo aquí dicho es inexacto
todo empezó quién sabe en qué orígenes
el tío tirado en la cama con un agujero en el estómago
y la morfina que la tía le daba a cuentagotas
y todos alrededor mientras cerraba los ojos
después de la última mirada panorámica
la má tendía la ropa
yo le dije
el tío
y moví la cabeza
y ella lloró desconsolada
y cruzamos el patio
y él nos dio la última mirada
porque el cáncer dicta
sí
su genealogía fatal uno a uno
hasta que todos
todos
sí
terminemos en la misma línea
como gladiadores o como Sísifo
según lo determine la moira de la sangre.
martes, 24 de abril de 2012
Gestione y compre. Humanidades (& Arts)
jueves, 22 de marzo de 2012
Un pedacito más de El colibrí
El recorrido del colibrí era laberíntico. Había caminos que se bifurcaban plásticamente en parábolas. De las paredes salían escaleritas tan chiquitas que parecían hechas, en realidad, para alguna especie de animal enano. Los pasillos, a medida que avanzabas, se estrechaban más y más. Pero la sensación de encogimiento no se percibía por la música electrónica a todo lo que daba y por los microchips de las paredes que no paraban de titilar transportando una información indescifrable. Los números de las habitaciones estaban mezclados, para completarla, así que tuve que pasarme como media hora buscando el 78 hasta que finalmente llegué –y gracias a que le pedí un gps a uno que se estaba haciéndose hacer un pete en el pasillo.
La piezucha estaba buenísima. Reproducía una capilla de esas con vitraux estrafalarios. Esta tenía unos animalitos con cuerpos de frutas que se esparcían sobre un paisaje montañoso. Había seres con cuernitos y humanos mezclados como en una orgía de pájaros gigantes y naves o probetas gorditas zambullidas en un lago y en praderas. En el fondo, una cruz con una ranura donde se pagaba con tarjeta. La cama era una Biblia con sábanas de un alfabeto rarísimo. No había ventanas, sino un proyector que se ajustaba a la ambientación de la hora del día que uno elegía para la cogida. Y como condición necesaria, repetía el televisor, había que disfrazarse para que la mujer no se enamorara. Una careta de pájaro colgaba de unos ganchos en la pared. Me la puse. Parecía el pájaro loco.