En la YPF, las cacatúas (así les pusimos a un grupo con lentes y conjuntos chillones) critican al pirata sin pierna porque durmió toda la noche con el muñón desnudo. Una de ellas, la más grande, ante tal exhibición demente, no pudo pegar un ojo. Creo que ya se definió el primer sacrificado por la caravana burguesa si acontece el desastre. Raro que no lo hayan tirado del carruaje la noche anterior para apagar las llamas. Es que, supongo, temieron que las muletas de madera aviven el fuego. Si hubiera sido así, lo hubiesen vitoreado, primero la mujer en la puerta, con el pañuelito secándose las lágrimas y tomada de sus rodillas; luego, los demás, que le hubiesen propinado una palmada en la espalda y todos juntos, desde la puerta, le hubieran dado un empujón, para después pasar sobre él y llegar donde no había peligro. No ocurrió así, pero la imagen de la mujer, pasando sobre él, y besándolo en la nuca, mientras le grita en llantos "mi amor, nunca voy a olvidar esto que hiciste por nosotros" persiste. De alguna manera insana habrá sido y será uno de mis peores recuerdos. Cuando sea viejo, quizá, repita mientras agonizo y en voz alta esta escena. Y contaré que ese hombre, de héroe, pasó a ser alguien intolerable que, en definitiva, se merecía ese destino por descarte. Durante todo el viaje no repetimos otra cosa. Me corrijo: para algunas ya era lo intolerable antes del sacrificio. Quizá eso también lo pueda recordar.
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