En algún momento, el verde, dice la voz, se termina. Ni las bandurrias. Negras, feas, feísimas, en el vacío del paisaje, flotantes y estiradas. Ni ellas. Nadie. Habrá cortado eso que viene desde la ventanilla. Me enchufé el mp3. Porque ni loco aguanto a Peteco Carabajal revoleando el poncho durante veinte o más horas de viaje. Las otras voces, de la compañía de viajeros, chirrían como hienas atrás. Agudas. Acá oigo algo en un idioma que no alcanzo a entender bien. Pero suena con una potencia que desborda. Un flash. Bailaría. En realidad, bailo como las bandurrias, aunque como un elefante volador y sin tutú, allá, en el reflejo delante de la soja que no termina nunca; que se adueñó de la tierra y a la que, solo cada tanto, una laguna desaparece y le afantasma los surcos. Anoté las palabras de la voz. Eran -o parecen- prescindibles. Se las repito, así su poder nos llega a todos en el inicio del viaje y no les hacemos caso:
1-El colectivo no va a pasarse de los 90 km/h.
2-Hay muchos jóvenes en el colectivo (aunque pocos chongos).
3-A la noche, habrá whisky para dormir (me saboreo).
4-Hay cosas buenas y cosas malas en la ruta (qué será qué en cada caso, se me presenta desde ya como indiscernible).
5-Soy muy rompequinotos con el tema de los horarios porque respeto al prójimo y nosotros somos un grupo. De hoy en adelante vamos a ser una pequeña gran familia (entro en pánico).
6-Soy jodido en algunas cosas y muy muy accesible en otras (¡cuack!).
7-Somos todos marineros que vamos a disfrutar. Y ustedes podrán tener el mejor capitán, pero si lo marineros no responden... (-¡Se hunde el barco! -Agrega una docente jubilada con énfasis).
8-El baño es químico: sí pipí, no popó. Si no cierran con llave, van a quedar como dijo Susana: como vaquita mirando al frente. Si no conseguimos estación de servicio para parar, disponemos de 160 mil millones de hectáreas de baño natural. En tal caso, nos bajamos todos, los sesenta, rodeamos al que deba hacer sus necesidades y le hacemos palmas hasta que termine.
9-Muchos creen que el Sur es Puerto Madryn y Bariloche, pero ustedes van a ser los únicos que sabrán que hay 2000 km más. Tienen poder: son privilegiados (hemos pagado).
10- A veces, nosotros pararemos donde podamos. Pero en el Sur, la cosa puede complicarse. De todos modos, nos haremos buenos amigos de las estaciones de servicio.
Después sigue hablando dos horas más (y no es exageración); pero yo me abstraigo. No quiero oír más. Que el Sur haga de mí lo que quiera y que este huevón, si me equivoco, me rete; pero que, ante todo, me deje equivocar: detesto las precauciones que llevan a lo seguro.
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